Respetado lector:

Esta es la sagrada Eucaristía para nosotros los católicos:

Jua 6:53-56 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. (54) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. (55) Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. (56) El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.


domingo, 12 de enero de 2014

EXORCISMO, LIBERACIÓN Y SANACIÓN

La creación del cielo y la tierra.
La creación:

En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra. La tierra no tenía entonces ninguna forma; todo era un mar profundo cubierto de oscuridad, y el espíritu de Dios se movía sobre el agua.

Entonces Dios dijo: Que haya luz. Y hubo luz. Al ver Dios que la luz era buena, la separó de la oscuridad y la llamó “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”. De este modo se completó el primer día (Gn. 1, 1-5).

Creación de los Ángeles:

Este pasaje del libro del Génesis, que es usualmente interpretado como la creación del sol y la luz material tiene un significado mucho más profundo. Cuando Dios dijo: Que haya luz, y fue hecha la luz; no se habla sólo de la luz material, sino también de las luces angélicas o intelectuales. Fue muy legítima la metáfora de la luz para significar la naturaleza angélica, y místicamente la luz de la ciencia y gracia con que fueron iluminados en su creación.

Había de dividir luego el Señor la luz de las tinieblas y llamar a la luz día y las tinieblas noche; y no sólo sucedió esto entre la noche y día naturales, pero entre los ángeles buenos y malos, que a los buenos dio la luz eterna de su vista, y la llamó día, y día eterno; y a los malos los llamó noche del pecado y fueron arrojados en las eternas tinieblas del infierno; para que todos entendamos cuán juntas anduvieron la liberalidad misericordiosa del creador y vivificador y la justicia del rectísimo juez en el castigo.
Desde el primer libro de la Biblia, Dios nos da a conocer a los seres de naturaleza angélica, estos seres que a diferencia del ser humano son libres de materia, es decir no tienen cuerpo, seres creados de la nada y cuya función es glorificar a Dios, son los encargados de llevar sus mensajes a los seres humanos, de cuidar el alma de los seres humanos y, de entregarle las gracias enviadas por el Altísimo.

Ángel (ángelus) quiere decir “mensajero”, “delegado” o “embajador”. Los ángeles son criaturas espirituales y tienen una función mediadora y de ministerios en las relaciones entre Dios y los hombres (Hebreros 1, 4; Salmo 37, 4; Salmo 91, 11; Mateo 18, 10; Lucas 15, 10; Hechos de los Apóstoles 12, 7-10; Apocalipsis 5, 11).

Como seres creados por Dios poseen entendimiento y libre voluntad, son seres de naturaleza meramente espiritual, por ser creaciones de Dios no conocen sus secretos ni conocen el futuro, pero como son seres pensantes de inteligencia superior a la humana pueden conjeturar las consecuencias de los actos, no siempre obtienen “predicciones” exactas, sobretodo si son asuntos relevantes a los seres humanos pues la voluntad libre del ser humano resulta seriamente impredecible para estos seres.
Los Ángeles fueron creados perfectos y de libre voluntad, también son inmortales y tienen una jerarquía que consta de nueve coros divididos en tres jerarquías diferentes por su función, cada ángel es diferente ya sea en función o “apariencia” por llamarlo de una manera, aunque los seres angélicos no poseen materia sí que son diferentes entre sí.

En síntesis podemos definir que un ángel es un ser perfecto creado por Dios para servirle y enviar sus mensajes, la segunda tarea más importante del Ángel es servir de custodio para el alma de cada creyente. Son espíritus bondadosos y atentos, pero tienen gran poder contra el mal. Cada persona tiene un ángel protector contra las acciones del maligno y que la guía por el camino de la salvación.
Dios quiere que también nosotros aceptemos a los ángeles buenos como compañeros de jornada, asociándolos a todas nuestras actividades de la vida diaria. “A sus ángeles le ha dado órdenes, para que tu pie no tropiece en la piedra” (Salmo 90/91, 11-12).

Jerarquía y Funciones de los ángeles:
Los ángeles se distinguen en nueve (9) coros agrupados en tres (3) jerarquías diferentes, aunque no conste explícitamente es la creencia general. Esta distinción hecha en relación a Dios, a la conducción general del mundo o a la conducción particular de los Estados de las compañías y de las personas”; no se dividen por importancia pues cada ángel es importante e indispensable en su campo, más se clasifican por cercanía a la esencia de Dios, cabe recalcar que la jerarquía no influye en la capacidad de amar de cada ser angelical, pues un ángel de la novena jerarquía podría amar más a los hombres y a Dios que uno de la primera.

Los tres coros de la primera jerarquía están en continua presencia de Dios, los tres coros inferiores a estos están relacionados a la conducta del universo en general  y los últimos tres a la compañía de las personas.
Basándose en las Sagradas Escrituras los Biblistas y teólogos han ordenado a las naturalezas angélicas de la siguiente manera:

1ª jerarquía:

·       Serafines - del griego "séraph", abrazar, quemar, consumir. Es el coro más cercano a Dios; tienen tres pares de alas y su oficio es proclamar la gloria de Dios (Isaías 6, 2-6). En la oración les pedimos que nos abran el corazón al amor de Dios e inflamen nuestra alma en el cariño a la Virgen María; que sólo a Dios nos entreguemos, le alabemos y le sirvamos.

·      Querubines - del hebreo "chérub", que San Jerónimo y San Agustín interpretan como "plenitud de sabiduría y ciencia". Es el segundo coro de la primera jerarquía (alto-grande) (Génesis 3, 24; 2 Reyes 22, 11). Asisten también ante el trono de Dios, y es su privilegio ver la verdad de un modo superior a todos los otros Ángeles que están bajo ellos. Les pedimos, cuando oramos, que nos ayuden a vencer las tentaciones contra la fe y la pureza, y a dominar los escrúpulos.

·       Tronos - algunas veces son llamados "Sedes Dei", (Sedes de Dios). Sostienen el trono de Dios (1 Crónicas 21, 15-16; Colosenses 1, 16). Su misión asistir a los Ángeles inferiores en la proporción necesaria. Se les pide que aclaren e iluminen a los gobernantes, obispos y responsables de comunidades religiosas y civiles.

2ª jerarquía:

·      Dominaciones – (Efesios 1, 21). Son así llamados porque dominan sobre todas las órdenes angélicas encargadas de ejecutar la voluntad de Dios. Distribuyen a los Ángeles inferiores sus funciones y sus ministerios. A ellos hay que pedirles que iluminen y aparten del error a los herejes, ateos, incrédulos y católicos poco fervorosos (por aquellos por los que estamos pidiendo para que se conviertan a Dios). También se pide fidelidad y fortaleza por los que se empeñan en predicar el reino de Dios.

·      Potestades – (Colosenses 1, 16). O "conductores del orden sagrado", ejecutan las grandes acciones que tocan en el gobierno universal del mundo y de la Iglesia, operando para eso prodigios y milagros extraordinarios. En la plegaria les pedimos que quiten los obstáculos que puedan impedir la ejecución de los designios del plan de Dios en cada uno de nosotros, deshaciendo las trampas y celadas del demonio. También que asistan a los sacerdotes para que se santifiquen.

·      Virtudes – (Josué 5, 14-16). cuyo nombre significa "fuerza", son encargados de eliminar los obstáculos que se oponen al cumplimento de las órdenes de Dios, apartando a los Ángeles malos que asedian a las naciones para desviarlas de su fin, y manteniendo así las criaturas y el orden de la Divina Providencia. Los invocamos para que mejoren nuestra vida espiritual, dándonos la perseverancia final y fortaleza para cumplir las buenas resoluciones (entrégale a las virtudes tu oración personal. “Reza, cree y espera”.

3ª Jerarquía:

·      Principados – (Colosenses 1, 16). Como su nombre indica, están revestidos de una autoridad especial: son los que presiden los reinos, las provincias, y las diócesis; son así denominados por el hecho de que su acción es más extensa y universal. Los llamamos en oración para que defiendan y protejan nuestro país, ciudad e iglesia y para que actúen como instrumentos de Dios en la realización de los milagros verdaderos.

·       Arcángeles – Son enviados por Dios en misiones de mayor importancia junto a los hombres.

Arcángel Miguel.- (Daniel 10, 13-21; Judas 9; Apocalipsis 12, 7). Capitán de las huestes celestiales. Después de la misa le rezamos para que combata por nosotros al enemigo y lo precipite en el infierno, deshaciendo toda la mentira e ilusión de las cuales se sirve para engañar y que aumente en nosotros el amor a la Santa Misa y a la Sagrada Eucaristía presente en todos los sagrarios.

Arcángel Gabriel.- (Daniel 8, 16; Lucas 1, 19-26). El ángel de la anunciación. Con el Ave María le decimos que aumente en nosotros el amor a la Virgen María y que le presente nuestras peticiones a la Santísima Trinidad.

Arcángel Rafael.- (Tobías 5, 5-8). Al rezar le pedimos que nos defienda de los ataques de los demonios de la lujuria e impureza sexual y de las enfermedades y nos acompañe en los viajes. Que sea nuestro consuelo en las dificultades y nos fortalezca en las tentaciones de desánimo y de la depresión. También que ilumine a los padres de familia, confesores y orientadores espirituales.

·      Ángeles – (Salmo 90, 11; Daniel 3, 92; Mateo 18, 10). los que tienen la guarda de cada hombre en particular, para desviarlo del mal y encaminarlo al bien, defenderlo contra sus enemigos visibles e invisibles, y conducirlo al camino de la salvación. Velan por su vida espiritual y corporal y, a cada instante, le comunican las luces, fuerzas y gracias que necesitan. Oramos para que nos guarden, gobiernen e iluminen. Que nos inspiren buenas ideas y propuestas para hacer la voluntad de Dios. Los ángeles de la guarda tienen como misión principal adorar a la Santísima Trinidad; por ello, la Iglesia nos invita a pedirle a Dios que nos permita mezclar nuestras voces con la de sus ángeles para adorarle. Su labor de custodios la ejercen con las personas, las naciones, las familias, las diócesis, las parroquias y las comunidades religiosas.

Nuestro ángel custodio tiene como misión protegernos y defendernos de las asechanzas del demonio y de los enemigos de nuestras almas, para que podamos llegar a la vida eterna. Éste, nuestro fiel compañero, merece agradecimiento, similar a la veneración que conviene a un Santo que goza ya en el Cielo de la visión de Dios.

Los ángeles junto con los santos también son una gran e indispensable ayuda durante un exorcismo pues solo ellos pueden luchar con los demonios que están dentro del ser pues son de la misma naturaleza.

¿Qué es un demonio?
Un demonio es un ser de naturaleza angélica condenado eternamente, esto significa que un demonio es un ángel que por sus pecados fueron apartados de la gloria de Dios y expulsados del paraíso destinados a pasar el resto de la eternidad en el infierno, un estado en relación con Dios creado para que estos seres sufran por su desobediencia y soberbia.

Un demonio no fue creado malo, él se hizo malo al caer en la tentación y actuar en contra de su creador.
El demonio es un ángel caído, es un ser espiritual que no tiene cuerpo, no existe en su ser ningún tipo de materia sutil, ni nada semejante a la materia, sino que se trata de una existencia de carácter íntegramente espiritual.

Dado que no tienen cuerpo, los demonios no sienten la más mínima inclinación a ningún pecado que se cometa con el cuerpo. Por tanto la gula o la lujuria son imposibles en ellos. Pueden tentar a los hombres a pecar en esas materias, pero sólo comprenden esos pecados de un modo meramente intelectual, pues no tienen sentidos corporales. Los pecados de los demonios, por tanto, son exclusivamente espirituales.
El demonio envidia totalmente al ser humano, pues él (hombre), siendo un ser “inferior” por medio de la misericordia de Dios y el seguimiento de sus enseñanzas puede llegar al cielo y ocupar el trono que el mismo rechazó al inicio de los tiempos, es por eso, que el demonio trasladó la lucha contra los ángeles a la tierra, para evitar a toda costa que el ser humano goce de lo que él por voluntad propia, perdió y eso es la alegría máxima que solo Dios puede darle al alma.

¿Cuál fue el pecado cometido por los ángeles caídos?
Los ángeles al ser creados, se les ofreció una prueba, era la prueba previa antes de la visión de la esencia de la Divinidad. Antes de la prueba veían a Dios pero no veían su esencia. Era una visión intelectual.

Tuvieron inteligencia muy expresa del ser de Dios, uno en sustancia y trino en personas, y recibieron precepto de que lo adorasen y reverenciase como su creador y sumo señor, infinito en su ser y con alguna diferencia; porque los ángeles buenos obedecieron por amor y justicia, rindiendo su afecto de buena voluntad, admitiendo y creyendo lo que era sobre sus fuerzas y obedeciendo con alegría.
Así, los ángeles como seres intelectuales sabían de la existencia de Dios, el ser omnipotente que los creo, más Dios no les dio la gracia de la visión beatífica, que es la Gracia de “ver” de manera directa la esencia de Dios, es decir en comparación, ellos veían a Dios como una luz, lo oían como una voz santa y majestuosa más su rostro seguía sin develarse, como seres inteligentes que eran ellos sabían que había ese Altísimo, el Santo de Santos.

En esa prueba unos obedecieron, otros desobedecieron. Los que desobedecieron de forma irreversible se transformaron en demonios. Ellos mismos se transformaron en lo que son. Nadie les hizo así.
Se sucedieron unas fases en la psicología de los ángeles antes de transformarse en demonios. Estas fases se dieron no en el tiempo material, sino en el “evo” que es el tiempo de los espíritus. Al darse en el evo, estas fases a los humanos nos parecería que fueron casi instantáneas. Pero lo que a nosotros nos parecería tan breve, para ellos fue muy largo.

Las fases de transformación de ángel a demonio fueron las siguientes: Al comienzo les entró la duda, la duda de que quizá la desobediencia a la ley divina fuera lo mejor, desde este momento, desde que aceptaron que puede que haya algo mejor que Dios, ya pecaron, este hubiera sido un pecado meramente venial, pero que poco a poco alimentado por la soberbia de los rebeldes se convirtió en una negación total a Dios y aunque ningún rebelde al principio estaba dispuesto a alejarse completamente, posteriormente cuando se fue asentando en sus inteligencias lo que su voluntad había elegido, se llevaron ellos mismos a la perdición, inclusive cuando su inteligencia les recordaba que tal desobediencia era contra razón y que todo iba a terminar en la perdición irreversible.

Los que perseveraron en este pensamiento y decisión comenzaron un proceso de justificación de esta elección, se trataron de autoconvencer que Dios no era Dios. De que Dios era un espíritu más. De que podía ser su Creador, pero que en él había errores, fallos. Consideraron la posibilidad de una existencia aparte de Dios y de sus normas, pues sería una existencia más libre. Las normas de Dios, la obediencia a Él y a su voluntad, aparecían progresivamente como algo opresor y pesado. Dios comenzaba a ser visto como un tirano frente al que habían de liberarse. En esta nueva fase de alejamiento, ya no era simplemente que buscaran un destino fuera de Dios, sino que Dios mismo les parecía que era un obstáculo para alcanzar esa libertad. Ya no era visto como un Padre, sino como fuente de órdenes y mandatos. Pensaban que la belleza y felicidad del mundo angélico hubiera sido mucho más feliz y libre sin un opresor. Se cuestionaban: ¿Por qué había un Espíritu que se alzaba por encima de los demás espíritus? ¿Por qué su voluntad se debía imponer sobre la de los demás espíritus? ¿Por qué una Voluntad debe imponerse sobre otras voluntades?

Dios comenzaba a convertirse para ellos en el mal y así comenzaron a odiarle. Las llamadas de Dios hacia estos ángeles para que se volvieran hacia Él eran vistas como una intrusión inaceptable. En esta fase, el odio en unos creció más, en otros espíritus menos.

El odio nació con la energía de sus voluntades resistiendo una y otra vez a las llamadas de Dios que como un padre los buscaba. Dios les llamaba entonces, pues sabía que cuanto más tiempo sus voluntades estuvieran alejadas de Él, más se afianzaría en su alejamiento.
Muchos ángeles que se habían alejado en un primer momento volvieron. Esta es la gran lucha en los cielos de la que habla San Juan en el Apocalipsis 12: Y Se entabló un combate en el cielo: Miguel y sus ángeles luchando con el Dragón. Y el Dragón luchó y sus ángeles, pero no tuvieron fuerza, no volvió a encontrarse su sitio en el cielo. Fue expulsado el gran Dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y el adversario, que engaña al orbe entero. Fue expulsado a la tierra y sus ángeles fueron expulsados con él.

El ángel es espíritu, el único combate que se puede entablar entre ellos es intelectual. Las únicas armas que se pueden blandir son los argumentos intelectuales. Ese combate en el cielo fue un combate intelectual. Dios enviaba la gracia a cada ángel para que volviera a la fidelidad o se mantuviera en ella.  Los ángeles daban argumentos a los rebeldes para que volvieran a la obediencia. Los ángeles rebeldes daban sus razones para fundamentar su postura y para introducir la rebelión entre los fieles. En esta angelical conversación de miles de millones de ángeles hubo bajas por ambos lados: ángeles rebeldes regresaron a la obediencia, ángeles fieles fueron convencidos con la seducción de los razonamientos malignos.

Con el transcurrir del tiempo espiritual –evo- unos odiaron más a Dios, otros menos. Unos se hicieron más soberbios, otros no tanto. Cada ángel rebelde fue deformándose más y más, cada uno en unos pecados específicos. Así como, por el contrario, los ángeles fieles fueron santificados progresivamente. Unos ángeles se santificaron más en una virtud y otros en otras virtudes.

La batalla acabó cuando ya cada uno quedó encasillado en su postura de forma irreversible. En los demonios, llegó el momento en que ya cada uno se mantuvo firme en su imprudencia, en sus celos, en su odio, en su envidia, en su soberbia, en su egolatría.
Fue entonces cuando los ángeles buenos fueron admitidos a la presencia divina, y a los demonios se les dejó que se alejaran, se les abandonó a la situación de postración moral en que cada uno se había situado.

El momento en que ya no hay marcha atrás es el momento en que un ángel ve la esencia de Dios. Porque después de ver a Dios ya nada le podrá hacer cambiar de opinión. Después de haber visto a Dios, jamás nadie podrá escoger algo que le ofenda lo más mínimo. El pecado después de ese momento es imposible. El ángel antes de entrar al cielo, comprendía a Dios, comprendía lo que era, lo que suponía su santidad, omnipotencia, sabiduría, amor. Después de ser admitido a contemplar su esencia, uno no sólo la comprende, sino que además la ve. Es decir, uno ve su santidad, su amor, su sabiduría, etc. El espíritu al ver aquello se llena de tal amor, de tal adoración, que jamás, bajo ningún concepto, quiere separarse de ello. Por eso el pecado pasa a ser imposible.
El demonio queda irremisiblemente ligado a lo que ha escogido, desde el momento en que Dios decide no insistir más. Dios decide no enviar más gracias de arrepentimiento, pues cada gracia de arrepentimiento sólo sirve para que el demonio afiance más lo que ha escogido su voluntad, afirmarse más en el odio, por ende, alejarse más de Dios.

El demonio sigue siendo un ángel, pero con su inteligencia y su voluntad deformada, en lo demás sigue siendo tan ángel como cuando fue creado.
El demonio es un ángel que quiere vivir libre, sin ataduras. La soledad interior en que se encontrará por los siglos de los siglos, los celos de comprender que los ángeles fieles gozan de la visión de un Ser  Infinito, lo llevan a echarse a sí mismo en cara su pecado una y otra vez. Se odia así mismo, odia a Dios, odia a los que les dieron razones para alejarse.

No todos los demonios sufren lo mismo. Unos ángeles en la batalla se deformaron más y otros menos. Los que se deformaron más sufren más, los que se deformaron menos sufren menos, pero su deformidad únicamente de la inteligencia y la voluntad.

La naturaleza de la Prueba:
El Padre Eterno reveló a los ángeles la creación de la naturaleza humana, criaturas racionales inferiores, para que amasen, temiesen y reverenciasen a Dios, como a su creador y bien eterno, y que a esta naturaleza había de favorecer mucho; y que la segunda persona de la misma Santísima Trinidad (Dios hijo) se había de humanar y hacerse hombre, persona divina a la que debían reconocer como por cabeza y Dios, por ende, debían reverenciar y adorar. En consecuencia, los ángeles habían de ser sus siervos e inferiores en dignidad y gracias. Y les dio inteligencia de la conveniencia, equidad, justicia y razón, que en esto había; porque la aceptación de los merecimientos previstos de aquel hombre que era Dios les había merecido la gracia que poseían y la gloria que poseerían; y que para gloria de Él mismo habían sido creados ellos y todas las otras criaturas lo serían, porque para todas había de ser su superior; y todas las que fuesen capaces de conocer y gozar de Dios, habían de ser pueblo y miembros de aquella cabeza, para reconocerle y reverenciarle. Y de todo esto se les dio luego mandato a los ángeles.

A este precepto todos los obedientes y santos ángeles se rindieron y prestaron asenso (aprobación) y obsequio con humilde y amoroso afecto de toda su voluntad; pero Lucifer con soberbia y envidia resistió y provocó a los ángeles, sus secuaces, a que hicieran lo mismo, como de hecho lo hicieron, siguiéndole a él y desobedeciendo al mismo mandato.
Lucifer, uno de los más gloriosos, elevados y bellos ángeles de la Corte Celestial, deslumbrado y ofuscado por el orgullo, habiéndose atribuido a sí mismo los maravillosos dones con que el Creador lo había dotado, se rebeló contra Dios, no aceptó el supremo dominio del Señor y se constituyó así en el "adversario" de su Creador levantando su gran grito de rebelión y de batalla: "No serviré" (Jer. 2, 20). "Seré igual al Altísimo" (Is. 14, 14). Entonces, muchos Ángeles le siguieron en su orgullo. Se dice que hasta un tercio de ellos (Ap. 12, 4). Pero en ese momento otro gran Arcángel, igual en belleza y gracia que el arrogante Lucifer, se postró ante el Trono de Dios y, en un acto de adoración profunda, opuso al grito de batalla de Lucifer uno de amor y lealtad: "¿Quién como Dios?" ("Miguel").

Aquí fue la gran batalla, que San Juan dice sucedió en el Cielo; porque los ángeles obedientes y santos, con ardiente celo de defender la gloria del Altísimo y la honra del Verbo humanado previsto pidieron licencia como beneplácito al Señor para resistir y contradecir al dragón en una batalla, y Dios les concedió este permiso. Pero sucedió en esto otro misterio: que cuando se les propuso a todos los ángeles que habían de obedecer al Verbo humanado, se le puso otro tercer precepto, de que habían de tener juntamente por superiora a una mujer, en cuyas entrañas tomaría carne humana este Unigénito del Padre; y que esta mujer había de ser su Reina y de todas las criaturas y que se había de señalar y aventajar a todas, angélicas y humanas, en los dones de gracia y gloria. Los buenos ángeles, en obedecer este precepto del Señor, adelantaron y engrandecieron su humildad y con ella le admitieron, alabaron el poder y sacramentos del Altísimo; pero Lucifer y sus secuaces (confederados) con este precepto y misterio, se levantaron a mayor soberbia y desvanecimiento; y con desordenado furor deseó para sí la excelencia de ser cabeza de todo el linaje humano y ángeles y que, si había de ser mediante la unión de la naturaleza humana y divina en la persona de Cristo –unión hipostática-, fuese entonces con él.

En cuanto al ser los ángeles inferiores a la Madre del Verbo humanado y señora nuestra (Virgen María), Lucifer lo resistió con horrendas blasfemias (reniegos, maldiciones, juramentos, palabrotas), convirtiéndose en desbocada indignación contra el Creador de tan grandes maravillas; y provocando a los demás, dijo este dragón: Injustos son estos preceptos y a mi grandeza se le hace agravios, injusto es Dios en levantar la naturaleza humana sobre la angélica; y a esta naturaleza (la humana), que tu Señor, miras con tanto amor y propones favorecerla tanto, yo la perseguiré y destruiré y en esto emplearé todo mi poder y cuidado. Y a esta mujer, Madre del verbo, la derribaré del estado en que la prometes poner y en mis manos perecerá tu intento.

Este soberbio desvanecimiento, enojó tanto a Dios, que humillando a Lucifer le dijo: Esta mujer, a quien no has querido respetar, te quebrantará la cabeza y por ella serás vencido y aniquilado. Y si por tu soberbia entrare la muerte en el mundo, por la humildad de esta mujer entrará la vida y la salud de los mortales; y de su naturaleza y especie de estos dos gozarán el premio y coronas que tú y tus secuaces habéis perdido. –Y a todo esto replicaba el dragón con indignada soberbia contra lo que entendía de la divina voluntad y sus decretos; amenazaba a todo el linaje humano. Y los ángeles buenos conocieron la justa indignación del Altísimo contra Lucifer y los demás apóstatas y con las armas del entendimiento, de la razón y verdad peleaban contra ellos (la gran batalla en el cielo)-.

¿Cuál fue la criatura más excelsa creada por Dios: la Virgen o Lucifer?
Lucifer que significa “Estrella de la mañana” es el nombre del Diablo antes de caer. Es decir, que es su nombre como ángel antes de ser demonio. Era la más alta naturaleza angélica creada por Dios.

De acuerdo a lo anterior, la naturaleza más excelsa creada por Dios fue la de Lucifer. La Virgen se santificó día a día con esfuerzo. Ella con su sacrificio y sus obras y la gracia de Dios logró ser la criatura más excelsa. Pero su excelsitud no fue un acto de creación de Dios, sino de santificación. Mientras que la naturaleza más grandiosa que ha creado Dios, fue la más alta de las criaturas angélicas. Dios creó magnífico a Lucifer en su naturaleza, y él se corrompió. Dios creó humilde a María en su naturaleza, mera mujer y por tanto inferior a los ángeles, y ella fue la que se santificó. Como se ve, hay un gran paralelismo entre ambas figuras, sólo que es un paralelismo inverso:

-       Uno es la criatura más perfecta por la naturaleza, la otra por la gracia,

-       Uno se corrompe, ella se santifica,

-       Uno quiere ser rey y no servir, y al final no es nada,

-       Ella quiere ser nada y servir, y al final es reina.
Además, hasta en los nombres hay también un paralelismo entre la Estrella de la mañana angélica (Lucifer) y la Estrella de la Mañana de la Redención (María).

La primera estrella cayó del firmamento angélico, la segunda estrella se elevó. La primera estrella que era espíritu cayó a tierra, la segunda estrella que era corporal ascendió a los cielos.
Lucifer no quiso aceptar al Hijo de Dios hecho hombre, la Virgen no sólo lo aceptó sino que lo acogió en su seno.

Lucifer era un ser espiritual que finalmente se hizo peor que una bestia (sin dejar de ser espiritual), ella era un ser material que finalmente se hizo mejor que un ángel (sin dejar de ser material).
Lucifer se bestializó, ella se espiritualizó.

Ahora ya sólo hay una única estrella de la mañana que es la Virgen, pues además de que la primera estrella cayó, la segunda estrella de la mañana brilló, además, con la luz de la gracia mucho más bella e intensamente que la primera estrella que brilló sólo con la luz de su naturaleza.

Jerarquía y capacidades de los demonios:
Entre los demonios no existe una jerarquía porque no hay una organización, que quiere decir esto, que la soberbia, la vanidad, el egoísmo, etc., son los pecados por los que los demonios fueron condenados, al no haber virtud alguna en ese mundo la organización resulta imposible pues siempre se envidian unos a otros.
Aunque no exista una jerarquía organizada es claro que durante la “gran batalla” ángeles de todas las jerarquías se transformaron, pero como en los ángeles la jerarquía no influye en la capacidad de amar, en los demonios la jerarquía no interviene en su capacidad de pecar, cada demonio es diferente así como su pecado, cada demonio se opuso a Dios de una manera diferente, algunos odian más a Dios que otros; esto se resume en que no hay una estructura de poder en el infierno pero claro que hay demonios más poderosos o malvados que otros, y esos demonios son capaces de forzar a los más débiles, ¿Cómo? Es una interrogante pues los seres angélicos no tienen un cuerpo o algo que forzar, se cree todo se basa en intimidaciones y amenazas intelectuales ya que está implícito que un demonio muy poderoso es también muy inteligente y persuasivo.
Satán es el ángel caído más poderoso, inteligente y hermoso, es considerado el rebelde más peligroso para el ser humano puesto que es un gran estratega por su inteligencia superior, muchos teólogos opinan que Satanás fue un querubín o un serafín puesto que estos son las dos jerarquías más hermosas e inteligentes en las naturalezas angélicas.
En contradicción de las creencias populares, muchos teólogos y biblistas, entre ellos José Antonio Fortea Cucurrull, dan por cierto que Satán y Lucifer son dos demonios completamente diferentes, lo que pondría a Lucifer como segundo al mando entre los ángeles caídos, el P. Fortea, explica que ha tratado con ambos demonios en exorcismos, es decir que ha exorcizado gente que tenía tanto a Satán como a Lucifer dentro y que sin duda alguna Satán es el más poderoso entre los caídos y que en su voz se escucha el odio hacia a Dios y al ser humano, que su voz está llena de furia y rencor y que es extremadamente difícil de expulsar durante este rito.

En el Nuevo Testamento hay varias frases que hacen pensar en la existencia de una jerarquía diabólica: El jefe principal es Lucifer o Satanás y Belcebú es el príncipe de los demonios (San Mateo 9, 34).
Una de las listas más completas de demonios y sus funciones aparece en “Historia Admirable (1612)”, del famoso exorcista padre Sebastián Michaelis. En este libro, el padre Sebastián trae una jerarquía demoniaca y explica como los demonios eran ángeles que cayeron tras la rebelión contra Dios y mantenían su rango como tales. La corte angélica era un universo de la clasificación hecha por el Seudo Dionisio del siglo IV, basado en los escritos de San Pablo (Colosenses 1, 16; Efesios 1, 21) y constaba de nueve órdenes de ángeles (tres jerarquías cada tres órdenes):

a)    Primera jerarquía demoniaca (serafines, querubines y tronos caídos del cielo).

b)    Segunda jerarquía demoniaca (dominios, principados y potestades caídos del cielo).

c)     Tercera jerarquía demoniaca (virtudes, arcángeles y ángeles caídos del cielo).

La tentación y el pecado:

La tentación es esa situación en que la voluntad tiene que elegir entre dos opciones, y sabe que una opción es buena y otra mala, pero se siente atraído a escoger la mala. Sabe que es mala, pero por alguna razón se siente atraído a escogerla. El error de caer en la tentación no es un error de inteligencia, no es un problema de debilidad de la razón. Pues si no supiera que esa opción es la mala, pecaría por ignorancia o por error, y por tanto no pecaría. Para pecar hay que saber que uno está escogiendo la opción mala. No hay pecado sin mala conciencia. Cuando pecamos decimos que pecamos por debilidad lo cual es cierto, pero también es cierto que no somos tan débiles como para no poder resistirnos. Si no fuéramos capaces de resistirnos ya no habría pecado. No tendríamos elección. Si hay pecado es porque podemos escoger. Y sabemos por experiencia que escogemos lo que queremos. Si queremos hacer algo, nada ni nadie nos puede obligar a querer hacer otra cosa. Luego por débiles que seamos siempre podemos resistirnos.

El demonio hace el mal cuando quiere, nadie lo obliga a hacerlo. Es un ser libre y su voluntad es la que decide hacer las cosas cuando quiere. Desea hacer el mal y para hacer el mal ha de tentar al hombre. Pero para tentar debe insistir. Unos demonios insisten más, otros desisten antes. Hay demonios más firmes y demonios más perezosos. Hay demonios que por el ardor de su cólera persiguen a las almas como verdaderos depredadores. Otros demonios están sumidos en una especie de depresión y no tienen tanto odio como para ir continuamente persiguiendo almas. Pero hablamos de grados, ya que todos odian a Dios y todos son cazadores de almas.

No hay nadie que pueda decir cuántas tentaciones proceden del demonio y cuántas de nuestro interior. Pero parece razonable pensar que la mayor parte de las tentaciones proceden de nosotros mismos. No necesitamos a nadie para ser tentados. Basta la libertad para poder usarla mal. Basta tener que tomar una decisión en una elección para optar conscientemente por la decisión errónea. Conscientemente, sin paliativos, sin poderle echar la culpa a nadie, más que a nosotros mismos.
Es cierto que el demonio tentó a la primera mujer. Pero sin demonio hubiéramos pecado igualmente. La tentación no necesita del demonio, se basta a sí misma o si no ¿quién tentó al demonio?

¿Qué es la noche del espíritu?
Toda persona que busque a Dios con todo su corazón y dedique grandes esfuerzos a la oración y al ascetismo (que se dedica a la práctica y ejercicio de la perfección espiritual), antes o después penetrará en una fase conocida por todos los santos como la “noche del espíritu”. Es una fase de la evolución espiritual, pasarla es necesario para penetrar en la vida mística. Es imposible alcanzar ciertos niveles de amor a Dios sin sufrir esta purificación. Esta purificación se hace a través del sufrimiento aceptado con amor de Dios y perseverancia. Esta noche consiste en una serie de tentaciones obsesivas de origen demoniaco.

En esta fase es como si el demonio se empeñará a toda costa en detener el avance espiritual de esa persona haciéndola sucumbir en graves pecados. El demonio sabe que o trata de hacerle pecar entonces o el alma se elevará más allá de su alcance.
¿Podemos ser tentados más allá de nuestras posibilidades?

El ser humano es débil. De manera que Dios nos cuida como a niños. Por eso nos dice la Biblia: “Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados más allá de vuestras fuerzas, sino que con la tentación os dará el éxito haciéndoos capaces de sobrellevarla” (I. Cor. 10, 13).

Dios como padre que es, vela para que ninguno de sus hijos se vea presionado más allá de lo que puede soportar.
¿Qué remedios se utilizan contra la tentación demoniaca?

1.      Confesarse, perdonar de corazón a todo aquél que le ha ofendido y recibir la comunión.

2.     Alejarse de las ocasiones de pecado y hacer oración humilde y confianza ante el Santísimo Sacramento para pedir el don de discernimiento de espíritu.

3.     Invocar la ayuda de los santos ángeles, como el de la Guarda, san Miguel, san Rafael y san Gabriel.

4.     Emplear los sacramentales para protección sobrenatural: la señal de la cruz, agua bendita, aceite y sal exorcizados, las medallas de la Virgen y San Benito, escapularios y camándulas, etc.

¿Qué es la posesión demoniaca?

Es el fenómeno por el que un espíritu maligno reside en una persona y en determinados momentos puede hablar y moverse a través de ella sin que ésta pueda evitarlo.

Dios da al demonio permiso para que se posesione y “viva” en el cuerpo de una persona y la atormente. Aquí, la víctima invoca previamente al demonio para que domine su cuerpo como si fuera inquilino; esta lo ha llamado previamente, con pactos de sangre, tabla ouija, bautismos satánicos, misas negras, conjuros, música metálica, etc. En este caso, la persona le vende su alma a cambio de dinero, poder, gloria, placeres, etc.
Este “pagaré” con el demonio se firma mediante escritos sellados con sangre de la persona, tatuajes u otros signos, incluso mutilaciones del cuerpo.

Satanás actúa como si fuera el alma de la víctima poseída por él, pero las facciones y expresiones del rostro del poseso son exageradas: provoca terror al que lo mire, por ser espiritual la acción demoniaca.
El demonio ocupa el cuerpo de la víctima y “habita en ella”, hasta el punto de servirse de sus miembros y de su voz para resistir, protestar y blasfemar contra Dios durante el exorcismo.

En estos asaltos extremos, usualmente la víctima actúa como una marioneta del demonio, no se da cuenta de lo que hace; está inconsciente, sumergida en una especie de coma o como si permaneciera sonámbula.
El poseso adquiere dependencia y sumisión, porque se ha consagrado voluntariamente a Satán con un pacto y llega a ser su esclavo, pues le ha firmado al diablo un testamento.

¿Qué es la Circumdatio demoniaca?
Conocida también como la “obsesión diabólica”. Es la situación en la que un demonio asedia de modo continuada a una persona. El asedio puede durar días, semanas o meses.

Existen dos tipos de circumdatio: una externa y otra interna.

a)    Circumdatio u obsesión externa: Es el asedio a una persona por parte de un demonio de manera que nota que una fuerza le está rondando y le provoca ruidos, olores, mueve cosas en el lugar donde está la persona, etc. De la Circumdatio externa pueden haber testigos (otras personas) de los fenómenos que suceden pues son hechos externos, es así que puede tener más testigos que el interesado.

Ocurre cuando el demonio obra afectando los cinco sentidos por medio de apariciones misteriosas u otros fenómenos paranormales, por ejemplo:

El sentido de la vista: el demonio se aparece bajo aspectos repugnantes y seductores, como fantasmas, duendes, gnomos, etc., para turbar el alma de la persona.

Oído: el demonio hace oír voces, palabras y blasfemias contra Dios.

El tacto: el demonio golpea, hiriendo el cuerpo de la persona.

b)     Circumdatio u obsesión Interna: Es el asedio a una persona por parte de un demonio de manera que la víctima siente terribles e intensas tentaciones que se prolongan durante semanas o meses, o ve sombras, sufre terribles pesadillas, etc. El demonio provoca visiones o sensaciones pero que sólo son vistas o sentidas por la persona que sufre la Circumdatio.

En la Circumdatio interna no puede haber testigos pues todo sucede de un modo interno.

El demonio perturba el interior de la persona afectando sus deseos íntimos, provocándole malas intenciones e ideas malignas y atentando contra su propia vida o la de los demás.
Contra la Circumdatio la propia oración del interesado es sumamente eficaz y basta para acabar con este fenómeno. Cuanto más asista a misa, vaya a la Iglesia, use el agua bendita y haga actos de piedad, más insufrible (molesto) hará al demonio el estar a su lado.

¿Qué es la Influencia demoniaca?

Conocida también como la “opresión diabólica”. Es el fenómeno por el que un demonio ejerce cierta influencia sobre el cuerpo de una persona, pero sin llegar a poseer el cuerpo.
Como se dijo, en este fenómeno el demonio no llega a poseer el cuerpo de la persona, de forma que no habla a través de él. Y si llega a mover el cuerpo, la persona está consciente. Pero cuando hay una influencia el movimiento del cuerpo, si lo hay, es ligero: la persona se pone rígida, agita las manos, pone caras extrañas, pero no pasa de estos signos externos.

La influencia puede ser sobre el cuerpo provocando determinadas enfermedades. O sobre la mente, provocando una influencia del demonio sobre las potencias del alma induciendo de forma obsesiva a determinados vicios o pensamientos obsesivos.

Cuando se ora por una persona que tiene Influencia la reacción es distinta a la de la Posesión. La persona siente un malestar general que acaba concretándose en un lugar específico del cuerpo. O bien la persona acaba no pudiendo controlar la tensión que le provoca la oración, y hace movimientos extraños con los miembros, pero sin perder la consciencia. En otras ocasiones la influencia se manifiesta por la tremenda crispación que se manifiesta en manos o cara, crispación que suele ser la fase previa a la manifestación de la posesión, pero que en estos casos nunca pasa de esta fase previa sin que se llegue a producir el trance. Y no se produce trance porque no hay Posesión del cuerpo, sino sólo una influencia sobre éste.
Para los casos de Influencia la persona tiene que recibir oración de liberación. Bien sea hecha por el sacerdote para que se libere de esa influencia, o bien sea hecha por un grupo de Laicos que oren por él. Siempre es preferible la oración comunitaria a la de una sola persona, pues el poder de la oración se suma.

Hay que añadir que cuanto más leve es la influencia del demonio sobre una persona más difícil es discernir si hay de verdad algo demoniaco o no. Pues en materia de discernimiento de las influencias demoniacas, es donde el sacerdote suele estar más a expensas de lo que diga el que las sufre. La posesión suele tener una manifestación más clara, más perceptible. La influencia demoniaca mucho menos y cuanto más leve, más difícil.

¿Qué diferencia existe  entre Circumdatio e Influencia?
En la Circumdatio el demonio está fuera, en la Influencia el demonio está dentro pero sin poseerlo. Esa es la diferencia radical entre ambos fenómenos.

En un caso de Circumdatio la persona nunca dará un signo. Ni entrará en trance, ni se sentirá mal, ni nada, porque está fuera. En la influencia sí, porque está dentro pero sin posesión.
La Circumdatio la puede padecer un santo. Ejemplo de circumdatio externa es el cura de Ars arrastrado por el demonio por el suelo de la habitación. Y no sólo santos, por ejemplo una persona que ve que las cosas se mueven, o las puertas que se abren. Cambia de lugar y el fenómeno le persigue. Ejemplo de circumdatio interna, es la noche oscura del espíritu que sufren las personas que se dedican a la oración.

Mientras que en la influencia el demonio está dentro, pero sin poseer. La influencia en el cuerpo produce enfermedades, la influencia en la mente es una persistente idea, temor o impulso que el demonio que está dentro introduce en la mente de la persona. Si el demonio estuviera fuera sería una tentación. Pero cuando está dentro la influencia es mucho más intensa y persistente que cuando está fuera.
Es mucho más fácil acabar con la circumdatio que con la influencia. Con pocas oraciones, las que sean, el demonio se ve obligado a alejarse.

Para muchos sacerdotes, incluso dedicados a este campo, estos tres fenómenos (posesión, influencia y circumdatio) forman un magma (lava) en el que no acaban de distinguir lo uno de lo otro. Pero si se ven muchos casos, las características de cada fenómeno aparecen perfectamente delimitadas.
¿Qué es la Infestación demoniaca?
Son los fenómenos demoniacos que se manifiestan no en una persona, sino sólo en un lugar, objeto u animal.

El demonio al poseer un lugar puede mover cosas (poltergeist) a voluntad o provocar ruidos u olores. La infestación nunca provoca la posesión de ninguna de las personas que viven en ese lugar. La causa de infestación suele ser que en ese lugar se hayan practicado con frecuencia ritos esotéricos o satánicos. Para acabar con la infestación de un lugar hay unas oraciones específicas en el ritual de exorcismos (Ritual Romano).

En estos casos el sacerdote puede orar una vez en la casa y después animar a la familia a que cada día se reúnan para orar todos juntos. Pueden rezar el rosario, leer la Biblia, echar una vez al día agua bendita o exorcizada por las habitaciones, reunirse ante una imagen sagrada y suplicar su protección, etc.

La oración unida de una familia puede perfectamente quebrantar el poder del demonio sobre ese lugar si perseveran orando juntos durante semanas o meses.

¿Qué es el maleficio?
Es aquella operación que se hace para dañar a una persona con el concurso de los demonios. Es una clase de contaminación diabólica y consiste en hacer daño a una persona a distancia por intervención directa del demonio. Según la finalidad que persiga el que manda hacer el maleficio, éste puede adquirir distintas denominaciones: puede ser de división o destrucción de la familia, si va dirigido a los esposos, hijos o novios; de enamoramiento, si pretende que dos personas se casen sin el verdadero amor. Otros son para causar enfermedades incurables o buscar la muerte de la víctima.

El maleficio se hace de varias maneras: mediante un hechizo con el mal de ojo, con una maldición o por medio de los ritos de la macumba, la santería y el vudú; magia negra, brujería y ritos satánicos, que culminan con las misas negras.
El mal de ojo es un verdadero maleficio con la intervención del demonio, que se hace con la mirada dirigida a una persona determinada para embrujarla.

El medio más utilizado para obrar maleficios es valerse de objetos con los cuales se expresa la voluntad de hacer daño a otro y sobre los cuales se invoca el poder de Satanás para que les imprima su fuerza maléfica y así cause destrucción, enfermedad, división y muerte. Esto se hace directa o indirectamente:

Modo directo: Con un bebedizo. Consiste en hacer comer o beber a la víctima alimentos o bebidas a los cuales se les ha mezclado cosas “conjuradas” por un brujo para producir el mal; por ejemplo usan huesos de muerto, piedra de ara, sangre de menstruación, algunas hierbas, cabellos, larvas de insectos, corazón de animales, cascabeles, colmillos de serpiente, tierra de cementerio, cenizas de cremación, etc. Las fórmulas de oraciones ocultas que se emplean sobre estos elementos tienen como fin hacer que el demonio intervenga en contra de la persona a la cual se quiere perjudicar.

Modo indirecto: Con objetos personales. Consiste en hacer la invocación maléfica sobre prendas de uso personal del individuo a quien se va a causar mal. Se obra por medio del contacto directo con objetos destinados al embrujamiento, entre los que se encuentra la ropa interior, cabellos, semen, etc. También se practican maleficios con objetos provenientes de cultos satánicos o rituales paganos, adquiridos por terceras personas o intencionalmente; por lo tanto, es prudente exorcizar o eliminar los objetos sospechosos.
Se fabrica un muñeco con materiales extraños y heterogéneos con atribución de un poder satánico, por medio del cual los brujos infligen los maleficios, haciendo sufrir al objeto embrujado que representa a la víctima a quien se quiere perjudicar. El brujo hechiza fotografías, muñecos e incluso seres humanos, que son utilizados como material de transferencia dirigido a quien va el mal. Por ejemplo, en un rito satánico, a una muñeca se le clavan alfileres alrededor de la cabeza, luego la persona afectada siente dolor de cabeza porque la están punzando a distancia.

¿Qué es el hechizo?
Es aquella operación que se hace para obtener algo bueno pero con el concurso de los demonios.

Si en el maleficio se busca dañar a alguien, en el hechizo se busca algo positivo, es decir: que alguien se enamore del que hace el hechizo, que vayan bien los negocios, que ascienda de puesto, que a la ganadería se le quiten los nuches y garrapatas, etc. Como es lógico el demonio no lo puede todo, sólo tentar. De ahí que si puede influir algo será a través de la tentación. El hechizo no suele conseguir lo que se busca con él. Y, sin embargo, suele provocar posesión o algún tipo de influencia. Siempre en el que lo hace o lo encarga, y a veces también en la víctima del hechizo.
Cuando se exorciza a alguien si se encuentra el objeto del hechizo o del maleficio se ha de destruir. Pero si no se encontrara sería completamente indiferente, ya que la oración a Dios destruirá toda influencia de ese objeto demoniaco.

¿Importa el modo de hacer un maleficio o un hechizo?
No importa. Da lo mismo usar vísceras de animales que pelos de la víctima, da lo mismo usar un muñeco de cera que marcar con tiza un pentáculo en el suelo poniendo velas. Es indiferente usar unos materiales u otros, unas conjuraciones u otras. Lo que realmente hace que eso tenga efecto es la invocación al demonio. El modo en el que se le invoque es indiferente, pues siempre el demonio invocado va a estar ahí.

Sin embargo, el demonio sí que tiene interés en hacer creer a sus servidores que sí que tienen importancia los ritos y materiales. Pues eso hace pensar a las personas que dominan esas fuerzas. A través de los ritos, los brujos creen mantener el dominio de la situación.
Lo dicho para los maleficios y hechizos vale, sólo que al revés, para los exorcismos. Da lo mismo los materiales o el rito concreto con el que exorcicemos al demonio. Lo importante es la fe en Dios. Se puede exorcizar al demonio armado sólo con el nombre de Cristo y la fe. Hay exorcistas que dan una importancia excesiva a los modos y los materiales con los que realizan el exorcismo.

¿Qué es el exorcismo?
Es el rito por el que se ordena al demonio salir del cuerpo de un poseso. La esencia del exorcismo es la conjuración, es decir, la orden dada al demonio en el nombre de Jesús para que abandone ese cuerpo.

Las oraciones dirigidas a Dios son deprecativas, es decir, se le suplica. Mientras que al demonio nunca se le pide nada, sino que se le conjura, esto es, se le ordena.
El objetivo del exorcismo consiste en arrancar a las almas del poder de Satanás para llevarlas nuevamente a Dios. El exorcismo es una oración contra las fuerzas oscuras del infierno.

El rito del exorcismo a través del tiempo se enriqueció con algunos elementos como los siguientes:
1.     La adjuración (Conjurar, rogar encarecidamente) en el nombre de nuestro señor Jesucristo.

2.     La imposición de manos sobre la cabeza del poseso, oraciones y letanías de los santos.

3.     La “exsuflación” (soplo del sacerdote a la cara del poseso).
4.     La unción “con el óleo del exorcismo” o “aceite de oliva exorcizado”.
5.     El ayuno, la penitencia, la reparación y la acción de gracias a Dios.
6.     Las fórmulas de los exorcismos de la iglesia de los mártires se agruparon en un manual llamado “Rito” y aparece en el Ritual Romano.

Marcos 16:17. Estos signos acompañarán a los creyentes, en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas extrañas, podrán recoger serpientes y si beben su veneno no les hará daño, impondrán sus manos sobre los enfermos quienes se recuperarán.
Existen dos tipos de exorcismos:

a)    Exorcismo ritual: Es el que se hace siguiendo el Ritual de Exorcismos (Ritual Romano). Este rito debe hacerlo un sacerdote previamente autorizado por el obispo diocesano.

b)    Exorcismo no ritual: Es el que se logra con oraciones privadas y no litúrgicas, Imposiciones de manos por personas que posean el carisma dado por Dios.

¿Qué es el conjuro?
Es la orden dada al demonio en el nombre de Jesús para que abandone ese cuerpo en el cual reside.

¿Qué es el Mandatum?
Es cuando alguien privadamente y de modo puntual ordena al demonio en el nombre de Jesús a que se aleje.

Cuando una tentación se prolonga y es de una gran intensidad, cualquier persona en silencio, en su interior, puede dar la orden al demonio de lujuria, de tentación contra la esperanza, o contra la fe, etc., que se aleje. Por poner un ejemplo basta con que mentalmente le ordene: en el nombre de Jesús, espíritu de rencor aléjate. Ese mandatum practicado una sola vez y con fe, suele dar resultados tan inmediatos como sorprendentes.

Pero aunque el mandatum aleja al demonio de forma automática, posteriormente puede volver. Y la persona debe entender que la tentación forma parte integrante de su evolución espiritual. La tentación purifica y fortalece, y podemos tener la plena seguridad de que Dios no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas. La tentación es un combate espiritual, somos soldados de Cristo, y estas luchas invisibles son parte de nuestra prueba sobre la tierra. Los demonios tuvieron su prueba y nosotros tenemos la nuestra. Podemos evitar el pecado, pero no hay forma de evitar la tentación.








Conclusiones del glosario anterior
La Circumdatio es la situación en la que un demonio asedia de forma continuada a una persona.

La Influencia es el fenómeno por el que un demonio ejerce cierta influencia sobre el cuerpo de una persona.
La Posesión es el fenómeno por el que un demonio en determinados momentos posee el cuerpo de una persona pudiendo moverlo o hablar a través de él.

Debemos observar que en la tentación el demonio va y viene, viene y se va. Mientras que en la Circumdatio el demonio está una y otra vez al lado de la víctima, pero fuera de la persona. En la Influencia está dentro, pero no lo posee, mientras que en la posesión el demonio reside en la persona, en caso haciéndole perder la consciencia, pudiendo hablar, moverse a través de ella sin que ésta lo pueda evitar.


Tipos de oración para cada fenómeno demoniaco
Tipo de fenómeno
Oración Específica
Tentación
Mandatum
Influencia
Oración de Liberación
Posesión
Exorcismo
Infestación
Exorcismo del lugar
Circumdatio
Aumento de la vida de oración


¿Qué es la oración de liberación?
Es la oración que se hace para acabar con la Influencia del demonio en una persona. Suele realizarse por parte de un sacerdote sólo o por un grupo de laicos (con o sin un sacerdote) que oran a Dios para que la persona sea liberada de toda influencia demoniaca. Si en el exorcismo uno conjura al demonio, en la oración de liberación, por el contrario, la oración va dirigida a Dios. Si se trata de un grupo de Renovación Carismática será utilísimo que el grupo ore en lenguas. En el momento en que se ordene al demonio salir de esa persona, no se está frente a un exorcismo. No es un exorcismo porque no hay una posesión. Se ordena tan solo que salga de esa persona para que cese una influencia.

Aunque la oración a Dios basta, resulta muy útil a un grupo de laicos poder dirigirse directamente al demonio y ordenarle que salga. Y así ordenar por ejemplo al espíritu de depresión o de alcohol o de ira o de rencor, etc., que salga.
Las oraciones de liberación a veces logran su efecto en pocos minutos, pero en ocasiones pueden ser necesarias muchas sesiones. La influencia lejos de ser algo leve, puede ser un fenómeno muy persistente y con graves consecuencias en la salud de las personas.


En los casos de Influencia el incremento de la vida de oración de la persona puede romper esas ataduras del demonio sobre su cuerpo y su alma.
No existe una oración específica para la liberación. Oramos por la liberación del mismo modo que lo podríamos hacer para que llueva, para encontrar aparcamiento (parqueadero), etc.


Las oraciones deprecativas (súplicas) dirigidas a Dios pueden ser las mismas que las que aparecen en el Ritual de Exorcismos (Ritual Romano), haciendo los cambios pertinentes. Por ejemplo, donde se diga posesión, que el que hace la oración de liberación diga influjo, influencia.
Mientras que la orden dada al demonio deberá adaptarse al caso. Ejemplos de órdenes:


-       En el nombre de Jesús, espíritu de blasfemia te ordeno que salgas de él.


-       Ato todo poder que tengas, espíritu inmundo, sobre esta criatura.


-       La sangre de Cristo rompe toda atadura, toda influencia, que tengas sobre este cuerpo.


-       Espíritu inmundo, sal de él, te lo ordeno por mi poder sacerdotal (dado por el sacramento del orden u ordinario dado por el bautismo).

¿Qué es más importante la confesión o el exorcismo?


La confesión es menos espectacular que el exorcismo, su obra es más discreta, más silenciosa. Sin embargo, la confesión es un don divino mucho más grande que el exorcismo. El exorcismo sólo saca demonios del cuerpo, la confesión saca el mal de nuestro espíritu. La confesión destruye nuestras ataduras con la iniquidad (perversidad o malignidad). Y no sólo eso, nos concede gracias santificantes. La confesión no sólo perdona, sino que repara nuestra alma y la llena de luz.


¿Qué es lo que hace que un demonio salga de un cuerpo en un exorcismo?
Tres cosas son las que pueden hacer que un demonio salga de un cuerpo:


  1. El mismo demonio que decide salir.
  2. El poder sacerdotal que lo obliga a salir.
  3. Un ángel enviado por Dios.
En los casos de demonios más débiles, son ellos mismos los que salen. Las cosas sagradas y la oración les torturan y llega un momento en que deciden salir para no seguir sufriendo. En ocasiones, al marchar dicen cosas como: salgo, no me expulsas sino que salgo yo por mi voluntad.

Otros demonios son más fuertes que estos primeros, y por más que sean torturados se quedan como pegados a la persona. Sufren, pero no se sueltan del cuerpo del poseso. El exorcismo de estos demonios se prolonga más, pero finalmente la orden del poder sacerdotal hace que salgan. Con el exorcismo se han ido debilitando, y acaban siendo expulsados arrastrados por ese poder de la oración.
Otros demonios, los de mayor rango, asimismo sufren terriblemente en el exorcismo, pero tiene que venir un ángel de Dios y echarlos de ese cuerpo. Son tan poderosos por su naturaleza angélica que es la oración deprecativa a Dios la que cuando alcanza la medida que Dios tiene prevista, envía a su ángel. Y es entonces cuando al final del exorcismo, repentinamente, se produce como una lucha invisible. El proceso mira a un lugar concreto y trata de arañar y golpear. Es entonces cuando se producen las peores agitaciones y gritos. Aunque el sacerdote calle, el ángel está ya allí y la liberación se produce por obra de esa lucha invisible.

¿Puede volver a quedar poseso el que ha sido exorcizado?
Si la persona inicia una nueva vida, vive en gracia de Dios, reza, se confiesa por lo menos cada mes, va a misa y recibe la comunión, no tiene nada que temer. Pues estará acorazado y el mal no podrá penetrar.

Si la persona liberada, por el contrario, vuelve a su anterior vida de pecado, puede quedar posesa de nuevo. Y si queda posesa, quedará posesa por más y peores demonios.

¿Qué tipo de demonios aparecen en las posesiones?

Hay dos grandes tipos de demonios que provocan dos tipos distintos de posesión. Los Clausi y los Aperti. Los demonios clausi hacen que el poseso cierre los ojos al entrar en trance, bajo los párpados los ojos están en blanco. Los demonios Aperti provocan una posesión en cuyos trances el poseso está con los ojos abiertos, mirando con furia y odio y hablando locuazmente. Los Aperti son locuaces y violentos, y hay que sujetarlos entre varios de los presentes. Los clausi sólo gritarán al cabo de un rato y siempre sin abrir los ojos. Los clausi al cabo de un rato de oraciones hablan, pero otros son completamente mudos, entran en trance pero no dicen nada.

Aunque sean distintos tipos de demonios el modo de proceder al comienzo será el mismo sea el tipo que sean. Después ya se irá viendo que es lo que atormenta a cada uno de un modo más específico y se insistirá en ello especialmente.
Los demonios abditi en realidad no son un tipo distinto de demonio, sino demonios ocultos. Una vez que se manifiesten se manifestarán como demonios clausi o Aperti.

¿Qué argucias puede usar el demonio para ocultar su presencia en el poseso?
Esto debe ser leído muy atentamente por aquél que se vaya a dedicar al ministerio del exorcismo de forma continuada, pues se trata de un tema capital. Tan importante que el demonio por aquí sí que engañará a no pocos exorcistas haciéndoles creer que alguien no está poseso.

Dos son las argucias que pueden usar algunos demonios para no ser descubiertos, dependiendo sin son demonios clausi o aperti.

Si un demonio de los denominados clausi, tratará primero de ocultarse, de no manifestarse. Algunos pueden resistir sin manifestarse durante unos cinco minutos incluso y hasta más. Por eso es importante hablar con el supuesto poseso antes de bendecirle, para ver si el caso es  verosímilmente (creíblemente) de posesión o no. Pues si la posesión parece verosímil hay que insistir más tiempo en la oración de bendición. El demonio que es de los clausi cuando no resiste más el poder de la oración hace entrar en trance al poseso, el cual cierra los ojos y los pone en blanco bajo los párpados. Pero sin moverse, sin llamar la atención. Si el sacerdote dejara de bendecirle y no le hubiera levantado los párpados, el poseso volvería inmediatamente en sí, sin recordar nada, y el sacerdote quedaría engañado creyendo que no tiene nada.

Si es un demonio Aperti hará justo lo contrario que lo explicado con los clausi. Abrirá los ojos y dirá que lo que tiene es psicológico, se reirá del exorcista mientras reza, le preguntará qué tontería está recitando, que si le está tratando de convencer de que está poseso. Pero curiosamente, cuando vuelva en sí, si el sacerdote le pregunta qué por qué le ha dicho tal o cual cosa concreta, verá que no recuerda nada.
Cuando el sacerdote ora por una persona para discernir si está posesa, y comienza este comportamiento burlón o despreciativo, al acabar el sacerdote debe preguntarle que por qué le ha dicho eso o lo otro, porque en el espacio de tiempo en el que ha orado sobre la persona es un intervalo de tiempo en blanco que pasa completamente desapercibido para el poseso. Suele ser normal en este tipo de demonios que durante la oración para discernir, el poseso se ría de lo que está haciendo el sacerdote. Después, incluso, le pide perdón: perdone, pero es que me hace mucha gracia lo que está haciendo, me parece una tontería ridícula. El poseso ya está en trance, habla con voz completamente normal, con gestos y reacciones que dan a entender que es ella. Pero el exorcista debe sospechar que si él ha venido a verle a motu proprio para ver si está poseso, ¿por qué de pronto al rezar todo le hace gracia, por qué no se puede aguantar la risa y le comenta que cree que todo lo que le pasa en realidad es psicológico? Todo eso le debe hacer sospechar, y si no recuerda nada de lo dicho ya todo está claro: es posesión. Y cuando se proceda al exorcismo se verá todavía más claro.

A veces esta estratagema el demonio la usa incluso durante el exorcismo. Es gracioso que incluso después de haber entendido oraciones en latín y haber mostrado acerva repulsión a todo objeto sagrado, hace un desesperado intento de convencer a todos los presentes con voz normal de que en realidad lo suyo es una enfermedad mental y que le dejen marchar. Pero si el exorcista insiste, vuelve a manifestarse como lo que es, como un demonio.

¿Es lícito insultar a los demonios?
No. Los textos tanto de San Pedro (2 Pe 2, 10-11) y la epístola de San Judas Tadeo (Jud 1, 9) son la prueba de que en aquella época hubo algún tipo de culto pagano que entre las cosas que practicaban en sus ritos estaba también el insultar a entidades espirituales malignas. Sin embargo, ambos apóstoles censuran tal práctica. Pues dirán que ni los ángeles insultan a los demonios. Pues los demonios, aunque se hayan rebelado, siguen teniendo una naturaleza gloriosa, muy superior a las naturalezas del cosmos material. Y por eso los ángeles no les insultan, no quieren insultar a seres que por su naturaleza suponen la cúspide de la creación de Dios.

Estos versículos interesantísimos nos muestran que es suficiente para atormentar a los demonios con que los ángeles pidan a Dios que Él les contenga o les reprenda. Pues incluso los demonios, seres rebeldes, no pueden resistir el poder divino cuando refrena los poderes de su naturaleza. E incluso cuando mucho pero, les reprende. La reprensión de Dios debe ser algo terrible puesto que los ángeles amenazan con ello a los demonios.
Los ángeles están ante la presencia del Altísimo, y la santidad de Él es tan grande que no quieren manchar su boca con sentencias ofensivas hacia nada ni nadie. Por eso en esos dos casos de los que hablan los dos apóstoles se limitan a comunicarles que van a pedir a Dios que les contenga o reprendan. Los ángeles no insultan, sólo desean amar y bendecir. Por eso la enseñanza de esos versículos es clara: nadie debe insultar a los demonios. Nadie debe insultar a nadie, ni siquiera a los demonios.

En los exorcismos se les llama serpiente, dragón, bestia inmunda, etc., pero tales términos no son insultos, sino que se les dice lo que son, aunque ello les atormente. Se les dice la verdad para que no resistan más el sufrimiento que les produce oír la verdad y salgan. Pero se les dice eso sin odio. Con autoridad e imperio, pero sin odio. El odio no servirá para nada, el odio no procede de Dios.


BIBLIOGRAFIA
Manual Práctico de Exorcismo. José Luis Pivel.

Svmma Daemoniaca. Tratado de Demonología y Manual de Exorcistas. J.A. Fortea.
Sagrada Biblia.

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