Lo mismo hace este sacerdote, el
Padre Carlos Cancelado, un joven colombiano que sufrió la miseria, la
guerrilla, el rechazo, pero cambió el rencor en su corazón por su ofrecimiento
en cuerpo y alma a Dios.
VIDEO: Sigan el siguiente enlace:
Si al terminar de verlos todos
continúan afirmando que Dios no Existe y el Diablo tampoco, solo queda rezar
por ustedes.
También encontrarás el relato de la
vidente Matilde Oliva Arias Bernal (Q.E.P.D.), a quien nuestro señor Jesucristo
de la Misericordia llevó al infierno para que cuente lo que viera.
Dramático, emotivo y conmovedor el
relato a la salida del infierno, donde Jesucristo se sienta sobre una roca
ensangrentado y llorando. Al preguntarle la vidente en su inocencia por qué
lloraba responde: "PORQUE MI SANGRE DERRAMADA POR TODOS AQUELLOS A LOS QUE
ACABAS DE VER (en el infierno) SE DESPERDICIÓ"
No les miento que yo temblé durante
la noche al intentar dormir pero no de miedo sino de tristeza porque entendí
que son mis pecados los que hacen sangrar a Jesucristo y le causan ese dolor.
Abre los ojos, los oídos y sobretodo
tu corazón al ver estos videos. Ingrese a la siguiente dirección:
Matilde Oliva Arias Bernal, vidente
de Jesús de la Misericordia en Garagoa Colombia
El Infierno
Le besa los
pies a Jesús, y los separó. ”No supe qué pasó, pero vi que un hueco inmenso se
abrió bajo los pies del señor. No sé si viajamos a través de Él, pero pronto me
vi en el infierno. Escuché, gritos, lamentos, había desesperación, aquel lugar
era horrible. Sentí miedo, sentí morirme de pavor, y me dije, hay de mi señor
donde estoy!!!! El señor me dijo: “no temas nada, nada te pasará, yo estoy
contigo, observa bien”
Entonces vi
una hornilla como la boca de un volcán. De ella salían llamas inmensas. Era
como un fondo donde se cocina la caña para hacer miel. Como un lago de azufre
hirviendo a borbollones, había ahí mucha gente que gritaba y pedía auxilio sin
ser escuchados. Unos insultaban, otros estaban vestidos lujosamente, otros
estaban sin ropa. Creo que estaban con la ropa que lo enterraron. Un hombre muy
rico, con mantos y anillos en los dedos, y cadenas en el cuello, sacaba la mano
y decía, sálvame por esto! y mostraba como un gajo de cebolla. Pero las llamas
empezaban a consumir el gajo de cebolla hasta quemarle los dedos. Creo que fue
algo que dio, pero sin amor, o lo único que regaló en su vida.
El tormento
era cruel, no había paz, le pegunté al Señor, ¿este es el rechinar de dientes? Y
me contestó “No, todavía no es. Es solo parte del sufrimiento, de los
condenados”
Alrededor
de la hornilla había demonios con las piernas cruzadas, todos tenían un trinche
largo. Su aspecto era horrible, sus ojos rojos, boca malvada, sonrisa malévola,
de un color casi negro como gris. Fumaban y fumaban algo que los hacía más
rebeldes. Y bebían un líquido rojizo que los llenaba de soberbia.
De pronto
todos se colocaron de pie en posición firme. Los condenados deseaban
desaparecer. Se consumían en el lago de fuego, era una multitud incontable. El
infierno se estremeció, todo tembló. Por una puerta entraba un demonio como de
casi 2 metros de alto, más horribles que los otros demonios. Este tenía
cuernos, garras, cola y alas como de murciélago. Los demás no tenían nada de
eso. Gritó y zapateó, y todo volvió a temblar, pregunté quien era, y me dijo:”
Es Satanás, Lucifer, rey del infierno. “Hasta los demás demonios le tenían
miedo, a una orden dada por él, todos corrieron ante él con el trinche en la mano,
en fila como un batallón de soldados. Les dijo algo que no alcancé a escuchar,
pues tenía demasiado miedo. Y no le pregunté al Señor. Si el Señor no me
hubiera sostenido en ese momento, yo hubiera muerto de terror.
El Señor me
dijo: ”Acá no hay paz ni un segundo, acá no hay nada de amor, es el reino del
odio. Aquí vienen todos aquellos que me despreciaron cuando estaban vivos,
libre y voluntariamente, prefirieron el mal en lugar del bien. Ahora observa
bien, pues para algunos comienza el rechinar de dientes, sufrimiento y muerte
eterna, gusano que no muere y fuego que no se apaga. Porque el que no está
conmigo, está muerto, esa es la verdadera muerte. No la que llaman ustedes
muerte”.
Los
demonios corrieron hacia la hornilla después de la orden de Satanás, y metían
el trinche, sacaban a los condenados traspasados por los trinches. Se movían
como culebras sin poder soltarse. Gritaban se contorsionaban. Les salía sangre,
algunos fueron traspasados por la espalda, otros por las piernas, otros por la
cabeza, agarraban los trinches queriendo salir. Pregunté al Señor: ¿por qué
esas almas tienen sangre? Y me dijo: “Al infierno viene en cuerpo y alma, como
al cielo van en cuerpo y alma. Estamos en el primer infierno, y ya fueron
juzgados, aquí están todos los condenados desde la creación del mundo hasta el
diluvio. Los demonios colocaron a los condenados como en una lámina de zinc,
galvanizada y los agarraban a trinchazos entre dos o tres demonios. Luego como
con un cortaúñas, un poco más largo, les desprendían pedazos de carne y poco a
poco le arrancaban las uñas, los dedos, el pelo, los gritos eran desesperados,
eran gritos que terminaban en lamentos…
Para que no
gritaran, sacaron una especie de arma no vista en la tierra por mí. Se la
metieron en la boca. Aquella arma se abrió como una mano, y al cerrarse le
agarró la lengua, y le arrancaban, bien torciéndola o tirándola. Luego con un
cuchillo bien afilado, le comenzaban a volver cecina, a destazar, volver
pedazos como de vistel.
Los
condenados no podían gritar, sus ojos parecían salirse de ellos. !Y sus
mandíbulas pegaban una con otra haciendo un rechinar de dientes horrible!!! Después
de desprender la carne, trozaban los huesos y los volvía nada. Por último
partían la cabeza, hasta quedar trizas, todo parecía nada en la lámina. Sangre,
carne en trozos, huesos, aquello era horrible. Y en los huesos había gusanos.
Entonces
dije al Señor, pobres personas!!! Pensé que no iban a morir, por fin murieron,
aunque los pedazos de carnes se mueven. Él me dijo: “Aquí no existe la muerte
fíjate bien”. Los demonios tomaron esa lamina y echaron los trozos de la
persona sobre un hueco donde había llamas y fierros filosos, una especie como
de molino para volver todo polvo. En la parte de abajo de ese hueco estaba otra
vez el hueco de la hornilla.
Al caer ese
polvo vi que las personas volvían a tener cuerpo y el que se dejaba agarrar por
el trinche volvía a padecer lo mismo. Entonces pregunté al Señor: ¿Qué pasa,
por qué tiene que volver a vivir? Él me dijo: “La muerte ya no existe, como los
hombres la llaman. Aquí se padece la muerte eterna, que es la separación de
DIOS.Y para llegar a este lugar de tormentos, cada uno llegó aquí libre. Ésa
fue la elección de ellos. Yo ya no puedo hacer nada por ellos. Cuando podía me
despreciaron y llegaron a este lugar no creado para los hombres, para los
hombres fue creado el cielo. Este lugar fue creado para Satanás y sus ángeles.”
Me di
cuenta que a mayor pecado, mayor el sufrimiento. Cada uno paga según sus deudas.
Y cada uno tiene castigos diferentes, pero todos sufren terriblemente. Me di
cuenta que con el órgano que pecan es con el que más sufren.
Según se
hundían en el lago de fuego, aparecían en un lugar de arenas candentes, al rojo
vivo. El calor era sofocante, no se podía respirar y gritaban, tengo sed!!!
Entonces un
demonio se le subía a la nuca y le abría la boca, hasta desgarrarle los oídos.
Otro demonio agarraba la arena caliente, para que la bebieran. Era tal el
desespero que corrían sin control en la oscuridad iluminada únicamente por las
arenas.
Chocaban
con otros condenados y peleaban como perros callejeros. Al llegar al final
había rocas con puertas, cada uno miraba solo una puerta, al abrirla había un
hoyo, donde estaban los animales ponzoñosos y aquellos que más temían cuando
estaban en la tierra. El Señor me dijo que eran castigos psicológicos. No pregunté
qué era eso.
Oh pobres
condenados!! Que desesperación, que pesadilla sin fin!!!
Cuando
lograban salir de allí, se veían esos animales por el cuerpo y que salían por
la boca y por todo lugar. Por lo único que podían correr, es por un desfiladero
de piedras cortantes, se caían y se cortaban. Unos caían de frente y se
cortaban todo, otros de espalda y al final había una planada, el que no lograba
pararse rápidamente, una piedra redonda lo aplastaba como una cucaracha. Al
lograr levantarse se botaban por un hueco que había, y caían a la hornilla del
inicio, y todo volvía a repetirse.
El Señor me
dijo: “¿Te diste cuenta que acá no hay descanso ni un segundo? Ahora te voy a
mostrar otro lugar que está esperando a esta generación perversa y malvada. Le
voy a mostrar quién sufre más y quiénes van por el camino al infierno”.
Vi entonces
tres hornos más grandes que el primero y Satanás gritaba: Qué se haga el
juicio, eh trabajado bastante para darle la bienvenida a mi reino, he inventado
nuevos castigos, y tormentos. Que vengan aquí los que pudieron salvarse y no
quisieron, que vengan a mí los que me sirvieron en la tierra.
Entonces vi
unas mujeres, arrastradas con cadenas, llevaban cargas como mulas, eran
golpeadas atrozmente y atormentadas. Les abrían sus vientres, las dejaban
gritar, la despedazaban, les daban con unas cuerdas como de hierro, las
insultaban, les mostraban sus hijos que ellas habían asesinado y se las
amarraban a sus pechos. Ellas escuchaban el llanto y los gritos de sus hijos
(por qué me mataste mamá!!!) al grito del niño, sus pechos se desgarraban y
comenzaban a sangrar, sus oídos sangraban y todo aquello era horrible. Y pregunté
al Señor: ¿Señor JESÚS quienes son esas mujeres y por qué sufren tanto? Me contestó:
“Son todas aquellas que matan a sus hijos en el aborto, sufren porque hicieron
de sus vientres tumbas, y el vientre es para dar vida. El pecado del aborto le
es a mi Padre muy difícil de perdonar. No basta con confesarlo, sino hay
verdadero arrepentimiento. Hay que hacer mucha oración y penitencia, pidiendo
misericordia a DIOS Padre, como al hijo que asesinaron. Sus gritos y llantos
estarán al frente del trono de DIOS y su sangre clamará desde la tierra al
cielo”.
Y me dijo:
“Ore, Ore, por ellas, porque algunas están vivas y pueden arrepentirse. Pues
muchas van por el camino del infierno”.
Vi al lado
de ellas hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos que ellas. Y pregunté,
¿estos quienes son, y por qué sufren iguales tormentos? El Señor me dijo: “Son
todos los cómplices del aborto, los que las ayudaron. Aquí pueden venir
médicos, amigos, enfermeros, parientes, o alguna persona que escuchó que iban a
abortar, y no les dijo “no lo hagas.”
Seguimos
andando por ese ancho camino y vi hombres que venían cari bajos, con la lengua
afuera, se la machacaban con piedras, les quemaban las manos y pies y se la
atravesaban con punzones. Lo demonios descargaban toda su ira contra estos
hombres. Vi como sufrían y pregunté ¿estos quiénes son y por qué sufren tanto?
Y me dijo el Señor. ”Son los llamados a la más alta gloria de los cielos pero
la han perdido. Se han vendido y me han vendido. Ellos son mis sacerdotes. Los
pecados del sacerdote son doble pena para mí, por eso su castigo es doble. Son
martirizados en la lengua porque han callado mi palabra y han sido perros
silenciosos, tartamudean al hablar. Se han consumido en las pasiones
y llenado de mosto, vino. Para ellos la maldición y el fuego.”
Vi
mujeres y hombres al lado de ellos que sufrían grandes penas y pregunté
¿Quiénes son estos? Y me dijo:” Son los que han pecado con ellos. La
mujer que hace caer a un sacerdote, más le valiera no haber nacido, porque es
más maldita que Judas. Lo mismo el hombre que haga pecar a un
sacerdote.”
Detrás
de estas había una multitud que seguían ese camino y sufrían iguales tormentos.
¿Y estos quiénes son? Y me dijo: ”Son todos aquellos que se alejaron de mi y de
mi iglesia por el pecado del sacerdote y no oraron por él. El sacerdote se hizo
para salvar a los hombres. Si no lo hace, lo ayudan a condenar. Pues mi palabra
dice, los guardianes de mi templo están ciegos, ninguno hace nada, son todos
perros mudos incapaces de ladrar, vigilantes perezosos que les gusta dormir.
Perros hambrientos que jamás se hartan. Y son ellos los pastores, pero no saben
comprender, cada uno va por su camino. Cada uno busca su interés, vengan dicen,
busquen vinos y emborrachémonos con los licores, no ayudan al inocente y hacen
desaparecer a los hombres fieles (Isaías-56-9)”.
Vi
detrás de estos, hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos, y le dije
¿quiénes son? Y me dijo “Son todos los religiosos y religiosas. Ore, ore por
ellos, para que me amen y logren salvarse. No hablen nunca mal de los
míos. Es como si untara el dedo con chile y me lo metiera en el ojo.
Solo ore, ore por ellos, y no me causes tormentos.”
Vi hombres
y mujeres que llevaban vendados los ojos, detrás de ellos iban muchos
encadenados. Los demonios los insultaban, los golpeaban, y los violaban. Su
tormento era cruel, y pregunté ¿quiénes son esos? Y me dijo: “Son todos los
brujos, hechiceros que se han dejado enceguecer por Satanás. A ellos les
esperan los tormentos inmensos, porque vivieron más cerca de Satanás acá en la
tierra, más que a mí. Y sufrirán más que nunca, por haber servido en el mal, libre
y voluntariamente. Los encadenados son todos aquellos que los consultan, y
todos aquellos que mandan a hacer un mal de brujería. Es preferible que mataran
cara a cara, y no así. Pues escrito está, que mi Padre no salvará a esa raza,
fuera de mi perros malditos, para ustedes no habrá fuego ni brazas para
calentar el pan (Isaías 47- 12)”.
“Ore, ore,
porque hay muchos que pueden arrepentirse. También la multitud que les siguen y
sufren tormentos son los creyentes en horóscopos, invocadores de espíritus,
toda persona que quiera saber el futuro, o consulte a uno de ellos, es
merecedor del fuego eterno del infierno. Vi luego hombres y mujeres atados por
cadenas en las manos, cada uno tiraba por su lado, se tiraban y se caían entre
sí. Los demonios les decían, por su culpa sufre, dele más duro. Y pregunté
¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos mis matrimonios que no viven en paz. Son
dos bestias atadas por la misma cuerda.” y pregunté ¿Por qué van al infierno? Y
me dijo: “Besa mi mano” lo hice y me la colocó en los ojos. Y vi que en esos
hogares había insultos, celos, peleas, y Satanás le gritaba a JESÚS: Mire, mire
como tengo a sus matrimonios!! ¿Qué sacó con santificarlos en el sacramento?
como la primera pareja me pertenecen, pero ahora haré que pierdan la gloria, no
permitiré que oren ni que vayan a misa. Y se reía a carcajadas…Mientras JESÚS
lloraba. “Oren, porque hay muchos que pueden arrepentirse y cambiar”.
Vi hombres
y mujeres atados por los pies, y sufrían peor que los anteriores. Y pregunté
¿estos quiénes son? Y me dijo: “Son todos los que viven sin casarse, o han
cometido adulterio o fornicación”. Y pregunté: ¿por qué van al infierno? Y me
tocó los ojos y vi que JESÚS bendecía todas las uniones entre el hombre y la
mujer cuando estaban íntimamente, como la primera pareja. Pero cuando no
estaban casados, era Satanás el que dormía al lado de ellos. Golpeando al Señor
JESÚS, le escupía la cara diciendo: mira tú criatura, el hombre convertido por
mí en un animal. Aun peor que ella, ¿de qué le sirvió morir por ellos? yo
destruiré tu sacramento que les permite unirse santamente. Pero yo haré de cada
lecho un fuego infernal envuelto en pasiones aun no permitidas. Pues a mí si me
escuchan, aunque yo no les ofrezco un reino de paz, sino de dolor…
Y JESÚS me
dijo: ”Mi sufrimiento para ellos ha sido inútil, por eso van al infierno”. Y vi
que unos de los castigos para ellos, es ver al hombre o mujer por el cual se
condenaron en el pecho, y Satanás le daba un cuchillo filoso y ellos mismos se
cortaban, y sacaban pedazos de carne hasta llegar al corazón. Diciendo,
maldito, maldito, por tu culpa estoy aquí en este infierno. Te quiero sacar del
pecho para siempre pero no puedo.
El Señor me
dijo: “Ore, ore, porque algunos están vivos, y se pueden arrepentir.”
Vi hombres
atados con hombres, y mujeres atadas con mujeres, atados por la cintura, que se
balanceaban, como animales salvajes, arrastrando una presa. ¿Y estos quiénes
son y por qué sufren? El Señor me dijo: “Son toda clase de homosexuales y
lesbianas, que libre me rechazaron, y no fueron capaces de ser castos
ofreciendo su vida”. Y vi como Satanás, se revolcaba en el lecho de estos
pobres seres, dándoles más deseos sin llegar hacer saciados nunca. Y vi como
los espíritus los atormentaban en sus partes con los que pecaron. Y vi que le
atravesaban palos desde el ano hasta la boca, y le giraban.
Y pregunté
¿La presa? Y me contestó: “Son todos aquellos que se acostaron con ellos. Ore,
porque aun hay vivos que pueden salvarse, al arrepentirse. La persona
homosexual que ofrezca su castidad a mí, y viva sin hacer pecar a nadie, yo
derramo mi infinita misericordia, porque los amo inmensamente.”
Toda
relación, anal es condenada por el Señor, es contra la naturaleza. No podemos
condenar a quienes practican la homosexualidad, si hacemos lo mismo.
Vi hombres
y mujeres con caras de animales, y sufrían inmensamente. Y al lado de ellos,
unos que llevaban como unas cintas y unas hojas o revistas donde habían mujeres
y hombres desnudos. También sufrían y van al infierno. Y le pregunté al Señor:
¿quiénes son, y también van al infierno? Sí, van al infierno sino se
arrepienten. Los primeros son todos los que han tenido, intimidad con los
animales. Rebajándose al nivel de la bestia, y aun más que ella, porque si ella
pensara, no lo haría. Y todo aquel que haga del sexo una obsesión a través de
películas, revistas, chistes grotescos, prostitución, palabra de mal sentido, son
dignos del fuego eterno, con todos sus tormentos, pues han aprendido a hablar
la bajeza de Satanás y no a hablar y vivir la santidad y pureza de DIOS uno y
trino.
Vi hombres
y mujeres de diferentes edades, y caminaban como ciegos golpeándose con todo. Y
un demonio estaba al pie de ellos, haciéndoles caer más y más. ¿Y estos quienes
son Señor? Y me dijo: “Son todos los borrachos, alcohólicos van porque han
destrozado el templo de Espíritu Santo, donde mora la trinidad santa, su propio
cuerpo. Y han hecho daño a sus semejantes, a sus familias, olvidándose del
primer mandamiento, amar a DIOS y al prójimo como a sí mismo. Estos no han
aprendido ni siquiera a amarse.”
Y al lado
de ellos, iban de diferentes edades reventados los labios, con humo en la
nariz, ¿Y estos quiénes son?, pregunté, y me dijo:” Son todos los fumadores de
toda clase de hierbas, droga, cigarros o vicio. Y van porque no han amado su
propio cuerpo, y los que van con ellos, son todos los que ofrecen, o llevan a
pecar. Yo les he dicho, que el que regala un vaso de agua, es digno de cielo
eterno. Pero también quien ofrece, o hace pecar a alguien, es digno del fuego
eterno. Ore, porque algunos pueden cambiar su vida, y librarse de este castigo”
Vi hombres
y mujeres en minifalda, o con vestidos indecentes, y detrás de ellos, un gran
número de hombres y mujeres. Y pregunté: ¿Por qué van al infierno, y por qué
los atormentan? Me contesto: “La mujer que use minifalda va al infierno, por
corromper al hombre seduciéndolo con su vestuario. Y lo mismo el hombre, van
por dejarse seducir. Cuidado con el vestuario. La mujer no debe llevar pantalón
y si lo lleva que no sea ajustado. Muchas parecen mulas con frenos. Los hombres
no deben llevar el pantalón apretado, pero tampoco, aquellos que parecen
faldas.”
Vi que iban
hombres y mujeres de toda edad, hasta niños con las manos cortadas, algunos sin
dedos. Y le pregunté ¿Quiénes son y van al infierno? Y me dijo: “Son todos los
tramposos, los ladrones, los estafadores, los que no pagan sus deudas, los que
solo se dedicaron al trabajo, los avarientos, los que en su corazón solo estaba
el Dios dinero, los que nunca dieron una limosna al pobre, ni ayudaron al más
pequeño de sus hermanos. Son todos aquellos que al final les tendré que decir,
apártate de mi maldito, vaya al fuego eterno, preparado para el diablo y sus
ángeles. Pues tuve hambre y no me dieron de comer, sed y no me dieron de beber.
Fui forastero y no me alojaron, desnudo y no me vistieron, enfermo y en la
cárcel y no me visitaron. Ore, ore por ellos, porque algunos están vivos y
pueden cambiar su corazón de piedra (Mateo 25.)”.
Vi hombres
y mujeres de todas las edades, que llevaban la lengua afuera, y un demonio, iba
montado sobre sus hombros, metiéndole su lengua en la boca de ellos. Era una
gran cantidad y le pregunté al Señor ¿Quiénes son Señor, y por qué traen ese
demonio? Me dijo:” Son todos los chismosos, calumniadores, mentirosos, son
todos aquellos incapaces de domar la lengua. Que hicieron mal, pues está
cargada de veneno mortal, como escrito está en mi apóstol Santiago “Sepan domar
su lengua” El demonio que llevan es el demonio del chisme, ore para que se conviertan,
porque algunos están vivos, y no vengan a este lugar de castigo.”
Vi hombres
y mujeres que de sus bocas salían sapos, y víboras. ¿Y estos quiénes son? Pregunté.
“Son todos los que pudieron enseñar mi fe y mi doctrina y no lo hicieron. Pero
si enseñaron cosas falsas basadas en teorías sin poderse comprobar. Son los
maestros, escritores, catequistas, sacerdotes y padres de familia y todo el que
pueda enseñar mi fe. Y toda persona que destruya la fe de mis pequeños niños.
Yo les he escrito, hay del que enseñe otra palabra, hay del que escandalice a
uno de estos pequeños, más le valiera amarrarse una piedra de moler al cuello y
tirarse al mar. Ore, ore porque para ellos, el castigo es tremendo. Y no
lleguen al lugar del castigo.”
Vi familias
y padres e hijos golpeándose. De sus bocas salieron llamas de fuego. Y pregunté:
¿por qué vienen aquí y por qué los atormenta el demonio, y por qué sale fuego?
Y me dijo: “Son los padres que no se hicieron amar y respetar con sus hijos,
los insultaron. Son los hijos altaneros y groseros con sus padres.” Y pregunté:
¿Por qué van ellos ahí? Y me dijo: “Al final cuando cada uno se presente ante
el justo juez, sino fueron buenos van a decir, maldito de mi por no haber
respetado y amado a mis padres. Y por esa maldición va al infierno. O va a
decir, maldito por no obedecer y seguir la fe católica. O al contrario, van a
decir, maldito mis padres porque no me enseñaron a respetarlos y amarlos. Por
esa maldición los padres van al infierno.
Al
contrario los padres deben respetar y dar amor a sus hijos. Jamás con insultos.
“Ore, ore, porque algunos pueden salvarse”
Vi que en
esas casas, donde el padre y la madre, insulta a sus hijos, los demonios salen
de sus bocas como gusanos o serpientes que se arrastran. Y poco a poco van y se
meten al otro hijo, o al esposo que está lejos. Vi que la única manera para
acabar esos demonios en esas casas, es rezar y especialmente el santo rosario.
Vi gente de
toda clase y edades que votaban dinero al aire y alrededor de ellos, gente
muriéndose de hambre. ¿Y estos quiénes son y por qué van al infierno? Y me
dijo:” Son todos los que desperdician el dinero en lo que no sirve, son los que
compran cosas innecesarias, son los que hacen fiestas para sus gustos, invitan
únicamente a los que puede llevarles algo o lo invitan a otra fiestas. Son
todos los que desperdiciaron comprando en demasiadas cosas y la dejan dañar en
sus refrigeradores en vez de regalarlas. Y nunca hacen obras de misericordia,
solo piensan en ellos mismos mientras alrededor del mundo se mueren de hambre.
Ore, ore por ellos para que se conviertan, y no vayan al lugar del castigo”.
Vi jóvenes
que llevaban aparatos en sus oídos, no pregunté que aparatos porque no los
conozco, conectados a una radio, caminaban como sonámbulos. Por esos aparatos
les entraban escorpiones, sapos y muerte. Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo:
“Son todos aquellos que escuchan música satánica, rock, la música metálica y se
han convertido en adoradores del diablo que los llevan a su propia muerte y les
hacen perder el sentido de la vida, son todos los que entran a culto satánico,
discotecas u en sus casas se encierran escuchando a alto volumen esa maldita
música, para ellos la vida no tiene sentido, ni estudiar ni nada. Se vuelven
perezosos y rebeldes. Pobre juventud va a la perdición, ya no hay inocencia en
los mayores de 4 años. La maldita televisión y la música los han pervertido, y
su corazón enceguecido se van alejando de mí. Ore, ore, para que yo pueda
rescatarlos, pues viajan como moscas al mortecino. Ore, ore para que abandonen
todo, y no lleguen al lugar de castigo elegido por ellos”.
Vi hombres
y mujeres de toda clase, que caminaban de espalda, y un demonio los arrastraba
y al caminar, tropezaban con otros, y los hacían caer. Pregunté quiénes son, y
me dijo: “Son todos aquellos que me iban siguiendo por el camino del cielo,
pero las dificultades, los tropiezos, el desaliento, los problemas con los
mismos grupos, los hicieron que me abandonaran, y hoy van camino al
infierno, y se llevan a otros. A estos les es difícil volver a mí. Porque tiene
un demonio que los detiene, este demonio al final los entregará a Satanás, y
recibirá más orgullo por haber vencido a uno de los míos. Ore, ore por ellos,
pues mi corazón se hiere continuamente, por estos nuevos Judas que no quieren
sufrir por mí”.
Vi hombres
y mujeres de diferentes edades y clases, golpeándose el pecho con un cuchillo,
luchaban por quitar un espectro humano, desde los pechos hasta sus ingles .Al
golpearse sus heridas sangraban mientras que un demonio les gritaba, tú has
sufrido mucho por culpa de él , dele más duro, dele más duro, no le perdone no
le perdone!!. Entonces pregunté: ¿Quiénes son Señor, y quienes son los que
están en el pecho? El Señor me dijo: “Son todos aquellos que nunca han
perdonado la falta de sus hermanos, guardan rencores, odio, resentimiento,
rencillas, pensando que fueron los únicos que sufrieron. Las personas que
llevan en el pecho, son sus supuestos enemigos. Y por eternidad de eternidades,
lo tendrán en el pecho como castigo. Oren, oren, para que perdonen, como yo
perdono, porque si no perdonan las faltas de sus hermanos, mi Padre tampoco les
perdonara.”
Vi hombres
y mujeres de todas las edades, sus manos sangraban, y ellos al mirarlas
gritaban de terror. Y un demonio les cortaba con una espada, los pasaba por
parte y parte, volviéndolos nada. Pregunté ¿Quiénes son Señor? Dijo: “Son todos
los asesinos, los secuestradores, los atracadores, son todos aquellos que le
han quitado la vida, a alguien, física psíquica, y espiritualmente. Son
aquellos que pudiendo salvar una vida, no lo hicieron, su sangre clama, desde
la tierra al cielo. La vida yo la doy y la quito cuando quiero, nadie fuera de
DIOS puede quitar la vida, ni a un niño, ni aun anciano, ni aun un enfermo,
solo DIOS dispone de ellos. Quien lo hace le esperan los más grandes castigos y
tormentos, en el lago de azufre donde el gusano no muere y el fuego no se
apaga. Ore, ore, porque hay muchos que están vivos y pueden arrepentirse, hija
mía ora, especialmente por los médicos”.
Seguimos
caminando y vi hombres y mujeres, jóvenes y niños de todas las clases, iban
dando vueltas entre sí como perdidos y confusos, los demonios los cubrían con
sus sombras, y les decían, no crean, no crean. Y pregunté ¿Quiénes son? Y me
dijo: “Son todos aquellos, que pertenecen a mi iglesia o pertenecieron, pero
que abandonaron los sacramentos, o si acuden no creen en ellos, ni en la gracia
ni en el poder santificador a través de ellos. Han despreciado al DIOS de la
verdad por la mentira. Quienes más sufrirán, son los que no creyeron en mi real
presencia, en la sagrada eucaristía, y se hicieron sacrílegos, pues mi carne es
verdadera comida mi sangre es verdadera bebida y quien come mi carne y bebe mi
sangre permanece en mí y yo le resucitare el último día. Ore, ore porque
algunos pueden regresar”.
Vi hombres,
jóvenes, mujeres y niños con edad de razón, en gran cantidad, caminaban a
tientas, pisaban cualquier luz que los podía iluminar, los demonios gritaban,
no crean en la luz no crean! Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos
aquellos, que han cometido cualquier pecado y no lo han confesado, por pena, o
porque no creen. O si lo confesaron, no lo hicieron con verdadero
arrepentimiento. DIOS conoce el corazón de cada hombre. Ore, ore para que se
conviertan. Nadie que no confiese su pecado puede entrar en el reino de los
cielos”.
Entonces
exclamé, Señor JESÚS, DIOS mío ¿quién puede salvarse!!!?
Me contestó:
“Tu ven y sígueme. Para DIOS nada es imposible.” Callé, y seguimos caminando.
Encontramos miles, y miles que iban al camino del infierno. No pegunté quiénes
eran ellos, solo iba pensando, misericordia DIOS mío, misericordia Señor...
Él no me
dijo quiénes eran, ni cual fue su pecado, era de toda edad, y de toda clase, y
por algo que yo no entiendo, se me dio a saber, que era de toda religión, fe y
creencia. Porque DIOS hace juicio sobre toda persona que venga a esta tierra,
nazca donde nazca y crea en lo que crea. Después de caminar y caminar JESÚS me
dijo: “Aquí termina el camino al infierno” y se sentó sobre una piedra. Sus
llagas sangraban, sus ropas eran rojas y estaba llorando. Le dije ¿Qué tienes
Señor y DIOS mío? ¿Por qué sus vestidos están rojos, si llegaste de blanco y
por qué sangran y por qué está llorando?
Y me dijo:
“Lloro al saber, que para ellos mi sacrificio fue inútil, y mi sangre se
derramó en vano. Pues ellos no quisieron salvarse, me despreciaron. Mis ropas
están rojas empapadas por mi sangre que he vertido en el dolor de sus pecados,
y que ellos no quisieron recibir. Ya que mi perdón está dado por parte de mi
Padre pero ellos no me recibieron. Y yo les he escrito, el que me reciba lo
haré hijo de DIOS. Oh hija mía!!, ore, ore, ayúdame a la salvación de los
hombres y de las almas. Nos abrazamos y lloramos juntos, de pronto yo
estaba en mi cuarto, abrazada fuertemente en él, el miedo era espantoso, todo
mi cuerpo temblaba. Le dije Señor tengo miedo. Me colocó la mano sobre la
cabeza y me dijo: “esto que has visto no lo contarás hasta dentro de 6 meses
que te hayas repuesto completamente. Luego te llevaré al cielo, y te mostraré
el camino de quiénes van por el”.
Oramos
juntos, se despidió dejándome en paz, lo vi partir, me volvió a mirar. Aun iba
llorando, sus ropas iban rojas, sus llagas, sangraban, me dijo adiós con la
mano, y desapareció de mi vista.